viernes, junio 16, 2006

TOMALA VOS, DÁMELA A MI, EL QUE NO SALTA ES DE BRASIL...

(16-06-06) - Es la nuestra, la sangre futbolera que identifica a cada argentino, de Norte a Sur y de Este a Oeste. Toque, circulación, buen manejo, atrevimiento, picardía. Jugar a jugar, diría Perogrullo. Divertirse, ir al frente, arriesgar, sentirse libre para hacerle frente a estos agobiantes esquemas modernos. Eso fue la Selección en la inolvidable actuación ante Serbia y Montenegro. Goleó, sí, pero fundamentalmente gustó y se hizo amiga de la gente.
Hacía falta una actuación tan contundente para sostener las convicciones propias y de paso meterle miedo al resto. Argentina se colgó la chapa de candidato. Sin ánimo que suene a calificación prematura. Está en boca del mundo por su audacia, por el potencial y por las variantes que desempolvó. Al rival, es cierto, se lo vio livianito y dio ventajas. Ahora, el mérito de la Selección fue no conformarse. Hizo el primero y se zambulló por el segundo, por el tercero, por el cuarto, por el quinto y también por el sexto. Audacia pura, de la que no abunda en estos días.
Cualquier equipo hubiese regulado. Seguro. Argentina no, se sintió feliz adentro de la cancha, tiró caños, tacos y por momentos levantó aplausos en fila. Un justo reconocimiento por tener y a la vez poder mostrar.
Se le insistió a Pekerman con la inclusión de los famosos cuatro fantásticos, por juntar en ataque a Riquelme y a tres delanteros. Hoy hay que hablar de un equipo de once fantásticos. Porque fue fantástico Abbondanzieri, a quien no le llegaron y sin embargo se encargó de transmitir seguridad. Fue fantástica la defensa, que tuvo la misma regularidad y sincronización del debut. Burdisso cuidó su quinta, se puso el cuchillo en la boca y no se dejó llevar por delante; Ayala ordenó, estuvo atento en los cruces y desde su posición sacó al resto para adelante; Heinze, quizás, alternó buenas con malas; y Sorin, además de acompañar en ataque, anuló a los grandotes que le venían por su lado.
Fue también fantástico el mediocampo, porque casi en el arranque hubo que replantear el sistema por la lesión de Lucho González. Mascherano volvió a ser el Mascherano conocido. Quite, presencia en cada rincón, fineza en los pases, oportunismo. Cambiasso se adaptó a su nuevo rol por derecha y vaya si cumplió: metió un gol y siempre se mostró suelto para sorprender. ¿Qué decir de Maxi Rodríguez? En el anterior partido acaparó las críticas por su estilo embarullado. Supo cambiar, metió un par de frenos y se ordenó. Conclusión: fue determinante en ataque. El camino de ellos conduce indefectiblemente a Riquelme. Es el eje del equipo, el que ordena, el que frena la pelota y transmite calma, el que mete esos pases como nadie, el que la pide y no se esconde. El creativo, en definitiva, que cualquiera quisiera tener.
Y fue fantástico, sin dudas, el rendimiento ofensivo. Saviolita no parece tener techo. Anda y anda. Arranca por izquierda y gana. Arranca por derecha y lastima. Tira diagonales y no lo paran. Un socio ideal para Crespo, el incansable hombre del área. Oportunista como pocos, la está metiendo seguido. Con lo que significa para un delantero. Como si fuera poco, atrás vienen pidiendo pista más fantásticos. Un tal Tevez, que empezó sin brújula hasta que tuvo una de las suyas. Pum y adentro. ¿Messi? Récord absoluto: no había tocado una pelota y ya se había llevado la gran ovación del Mundial. Ni hablar cuando empezó a sacarse tipos de encima por la derecha. ¿Y cuando definió a la carrera de derecha?
La Selección fantástica de Pekerman, entonces. La que impacta, la que nos hace quedar bien, la que invita a soñar en grande.

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