sábado, junio 24, 2006

Nuevamente entre los 8 mejores del mundo


(24-06-06) - Argentina llegaba al partido frente a México por los octavos de final, con el ánimo por las nubes por el primer puesto conseguido en el Grupo C, pero sabiendo que sólo le servía el triunfo y que poco importaba lo hecho hasta el momento. Con la necesidad de una victoria, la Selección salió a presionar bien arriba desde el primer minuto. Y antes del arranque del partido, Pekerman ya había sorprendido con el ingreso de Lionel Scaloni en lugar del lesionado Nicolás Burdisso. El mensaje era claro: aportar más lucha en el mediocampo, aprovechando el ida y vuelta del lateral-volante.
En tanto, México, que recibió muchas críticas luego de la derrota ante Portugal, accedía al encuentro de esta tarde con el objetivo de un triunfo para cambiar la pálida imagen dejada en la fase inicial. Su técnico, el argentino Ricardo La Volpe fue el foco de todas los reproches, sin embargo no se achicó y en la previa había dicho que su equipo podía vencer al seleccionado argentino, pero que para eso primero debía quitarle la pelota.
De entrada nomás, el conjunto de Ricardo Lavolpe se plantó bien arriba. Con Ramón Morales abierto por la izquierda y Pavel Pardo escalando por la derecha, el Tri asfixió a Argentina, que no lograba hacer pie. Y en la primera que tuvo a su favor, cuando recién habían pasado 5 minutos, el conjunto azteca consiguió la apertura del marcador. Morales peinó un centro perfecto de Pardo y Rafa Márquez apareció solito por atrás y de cachetada puso el 1-0. Un verdadero baldazo de agua fría para la ilusión de Argentina.
Pero la respuesta de Argentina no tardó en llegar. Riquelme le imprimió mucha rosca a un corner desde la derecha y cuando Crespo se aprestaba para festejar, fue anticipado por Jared Borgetti, quien en su intención por despejar de cabeza, le dio el empate al equipo de Pekerman. Respiro y tranquilidad para nuestra Selección.
Y si se pensaba que México iba a sentir el golpe, sucedió todo lo contrario. Pardo le seguía ganando las espaldas a Sorin y Morales era una preocupación constante para Scaloni. Es que el volante de las Chivas se juntaba con el juvenil Guardado y le hacían el dos-uno a Lio. Cambiasso, al igual que frente a Costa de Marfil, aparecía perdido en la función de doble cinco. Todo era del conjunto azteca, que aprovechaba mejor las falencias del rival.
De a poco, la Selección fue ganando terreno. Riquelme empezó a adueñarse de la pelota y Maxi Rodríguez a imponer su velocidad y a complicar a Castro. A los 22 lo tuvo Crespo, pero el remate delantero del Chelsea, pasó muy cerca del palo derecho del arco defendido por Oswaldo Sánchez. Argentina tenía la iniciativa pero hacía todo muy lento. México, en cambio, salía rápido de contra tratando de explotar la velocidad de Pardo y, en especial, los desajustes entre Mascherano y Cambiasso.
El plan táctico pensado por La Volpe se estaba cumpliendo a la perfección. Es que su equipo tenía el control emocional del partido y no pasaba sobresaltos en defensa. Además, Fonseca y Borgetti se asociaban para complicar a Ayala y Heinze. Y para colmo, como Saviola y Crespo no lograban encontrarse, todo se limitaba a intentos individuales.
A los 37, México sufrió una baja sensible: Pavel Pardo, lesionado, tuvo que ser sustituido por Gerardo Torrado. A esta altura el partido era muy trabado en el medio y todo se volvía muy previsible. Sobre el final, Heinze no pudo controlar un pase del Pato Abbondanzieri y fue anticipado por Fonseca. El defensor del Manchester United no tuvo más remedio que bajarlo y, por ende, se ganó la amarilla. Pekerman miraba atónito y en cada interrupción les pedía a sus jugadores que se ordenaran.
En el arranque del segundo tiempo las cosas no cambiaron demasiado. Argentina seguía sin encontrarle la vuelta a la maraña táctica planteada por México. El equipo de Lavolpe lucía sólido en defensa y se apoyaba en la buena circulación de pelota de sus volantes para jugar lejos del arquero Sánchez. Y como Riquelme debía bajar mucho a buscar la pelota, Saviola y Crespo quedaban muy aislados.
El Conejito se movía por todo el frente de ataque pero no encontraba socios. Hasta que apareció Román, y le puso uno de esos pases milimétricos que lo distinguen, pero el Pibito no lo supo definir ante la desesperada salida de Sánchez. Argentina comenzaba a complicar a México, que ya no preocupaba tanto en ataque y parecía decidido a aferrarse al empate.
Ayala y Heinze se empezaron a afirmar en defensa y tanto Fonseca como Borgetti dejaron de inquietar. Argentina era más y seguía teniendo la pelota, pero no lograba ser punzante. Pekerman tomó nota de esto y mandó a la cancha a Tevez, en lugar de Crespo, para que se asocie con Saviola. Y enseguida nomás, el elegido fue Aimar, en reemplazo de un poco participativo Cambiasso.
Había poco margen y Argentina iba en busca del gol de la victoria. Y por eso, Pekerman quemó todas las naves: a la cancha Messi, en lugar de Saviola, quien cumplió un buen partido. Tevez entró con todo y explotó a fondo las falencias del equipo mexicano. Y en el final el Apache casi tiene su premio, cuando Rafa Márquez falló a un cruce y le dejó el camino libre. Sin embargo, el delantero del Corinthians no se animó a patear de zurda y cuando quiso enganchar hacia el medio, fue bloqueado por la defensa azteca.
Parecía que no había tiempo para nada más, pero no fue así. Luego de una buena triangulación en ataque, Aimar recibió solo dentro del área y vio muy bien a Messi, quien mandaba la pelota al fondo de la red, pero el juez Massimo Busacca cobró una inexistente posición adelantada a instancias del línea Matthias Arnet, quien parecía tener el brazo siempre listo para levantar su banderín, y así se fueron al alargue.
Argentina era más ambicioso y buscaba por todos lados. México, más que nunca, se refugiaba en su área y apostaba todo a una contra, con la velocidad del brasileño Zinha y la potencia de Fonseca. Pero lo pagó muy caro: Sorin cambió de frente para la llegada de Maxi Rodríguez, quien la bajó muy bien y sacó un zurdazo cruzado que se metió al ángulo izquierdo del arco de Sánchez. GO-LA-ZO del ex Newell's, quien al igual que contra Serbia y Montenegro volvía a erigirse en figura.
De ahí en más, se jugó con el corazón en la mano. Ayala y Heinze se llenaron de chichones y sacaron todo. Y si no estaban ellos, aparecía Mascherano o también Maxi. Es que todos se pusieron el mameluco en función del equipo y así México no volvió a tener más oportunidades de gol. Pero se sufrió igual, y sino pregúntenle a los miles de argentinos que revoleaban sus remeras por el aire en el estadio de Leipzig.
Pudo aumentar Argentina, tras una buena combinación entre Messi, Tevez y Aimar, pero los aztecas tiraban el achique y dejaban en off side a todo aquel que se animara a pisar el área. A esta altura qué importa, la historia ya estaba escrita y nuestra Selección se metió en los cuartos de final de la Copa del Mundo. No importa que el próximo rival sea la agrandada Alemania de Juergen Klinsmann. ¿O acaso alguien está en condiciones de creerse mejor que este equipo de Pekerman? Si quieren, que cometan ese error. Pero de acá al viernes, hay mucho tiempo y hoy la Selección dio una muestra de carácter tremenda, revirtió un resultado adverso ante un seleccionado mexicano que mostró sus garras a lo largo de los 120 minutos de partido, y lo que es mejor, supo cambiar a tiempo.
Festeja Argentina y está muy bien que lo haga. Porque esto es a todo o nada y más allá de que siempre se le pide un buen juego, hoy sólo servía ganar, y el objetivo se cumplió. Emocionaba realmente verlo a Diego, convertido en un hincha más, saltando y gritando hasta más no poder. Ahora, que se venga Alemania y que traiga lo mejor. Esta Selección ya demostró que no le tiene miedo a nadie.

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